La creciente proporción de población urbana en Venezuela es tema de debate, ya sea sobre salud, servicios públicos, el tormento del tránsito o el acelerado deterioro ambiental que amenaza la calidad de vida de todos. Lamentablemente, no se destaca la ciudad como un extraordinario mecanismo económico, capaz de atraer inversiones, generar empleos, entregar bienes y servicios y crear recursos para la administración municipal y nacional por vía de instrumentos tributarios y cuasi tributarios. Creo que en la medida que se reconozca el papel principalísimo que juegan las ciudades venezolanas en decisiones de inversión, productividad, creación y distribución de la riqueza, se asignaran los fondos necesarios para potenciar sus mecanismos económicos.
En un mundo de redes en una escala global, las cualidades de una ciudad como sede de operaciones de manufactura o de servicios, son los criterios para escoger dónde localizar tales operaciones, no obstante admitir que las variables de "riesgo país" influyen en esas mismas decisiones. Nuestras ciudades pueden ser competitivas para inversionistas de cualquier parte del mundo, al reunir atributos como: tecnología, calidad de vida, actitud gubernamental favorable a la inversión privada dentro de un ambiente macroeconómico estable y de seguridad jurídica. Entristece ver la emigración de empresas que estuvieron en Caracas, Maracay o Valencia, hacia ciudades de otros países que sí ofrecen atractivos a los inversionistas.
El Municipio Baruta puede crear incentivos fiscales para empresas que se localicen en su jurisdicción, desplegar transparencia en la administración de los recursos municipales, y asegurar la sincronía entre las regulaciones urbanísticas y los nuevos usos del espacio que demanda su dinámica estructura económica y social, con regulaciones de zonificación que estimulen las actividades productoras de bienes y servicios, y la modernización en la gestión urbana del tránsito de bienes y personas. Así pasamos de una visión de la ciudad como centro de consumo, hacia una que privilegia las actividades productivas y abandona el espejismo de país rentista.
Promover la prosperidad económica de una localidad pasa, necesariamente, por la adopción audaz y sincera de líneas maestras de actuación pública que, a la vez que hacen ciudad, crean ciudadanos, en la misma proporción en que dichas actuaciones respondan a ejercicios amplios de participación social, con una visión de largo plazo de hacia dónde se propone llevar la ciudad, con proyectos que realmente incidan en los problemas fundamentales que afectan a las comunidades que la conforman. Así entendido, trabajar por la ciudad es idear un compromiso compartido.
Dr. Omar Hernández
*Asesor Comisión de Urbanismo
Correo El Ávila
Informe Comisión de Control Urbanístico
Año 2/ Nro 95
04/04/2008